ARMENIA
Fundada el 14 de octubre de 1889, en un primer momento habían pensado adjudicarle el nombre de “Villa Holguín”, aunque los colonos que la habitaban sentían que no era apropiado, y así optaron por Armenia.
En esta acogedora urbe sobresalen las panorámicas verdes, en un ambiente rodeado por fincas cafeteras, zonas rurales y un irresistible aroma a café arábigo suave, del que Colombia se jacta en ser el primer productor a nivel mundial.
Sin duda, una de las visitas obligadas en el casco histórico es la Plaza Bolivar, lugar que reune la Catedral de la Inmaculada Concepción, el monumento al esfuerzo y el edificio de la Gobernación del Quindío. Además del Museo del Oro Quimbaya, que permite conocer la orfebrería de los pueblos indígenas colombianos.
Otro de los imprescindibles es el Parque Nacional del Café, un sitio temático destinado a explorar la historia y producción del café. Aquí es posible montarse en más de una docena de atracciones mecánicas y culturales, como también presenciar divertidos espectáculos.
En las afueras reside uno de los paseos más bonitos: el Jardín Botánico del Quindío. Abrió sus puertas en el 2000, y desde ese entonces cuenta con una de las colecciones más extensas de mariposas de toda Colombia, 1500 de 30 especies nativas de la región. Aparte, es responsable de practicar eco-turismo en la zona.
SALENTO
A 25 kilómetros de Armenia cobra vida uno de los pueblos más coloridos, después de Guatapé, por supuesto, y es el inusitado Salento, donde se combinan hogares coloniales, tonos exuberantes y flores bellísimas que decoran las calles en una de las regiones más antiguas.
Aquí hay que caminar por la calle principal, bautizada como calle Real o carrera 6, para empaparse de la preciosidad del lugar, seguramente encontrarán turistas por doquier ya que se encuentra colmado de bares, restaurantes y tiendas de artesanía.
Y al final del pasaje, después de ascender por unas escalinatas, se toparán con el Mirador Alto De La Cruz, desde donde apreciarán la imponencia del Valle del Cocora. ¿Una alternativa? El Mirador de Salento.
Si bien es un pueblo pequeño, no hay que abandonarlo sin antes adentrarse en una finca cafetera y una de las recomendaciones más destacadas es El Ocaso. Localizada a 5 kilómetros de la plaza principal de Salento, y a 16 del Valle del Cocora, ofrece tours tradicionales y premium que invitan a recorrer las plantaciones, recolectar, observar la producción y visitar las bodegas de café.
Además, El Recuerdo, Finca de Don Elias o Las Acacias son opciones más que sugestivas para acercarse a la cultura colombiana.
VALLE DEL COCORA
Desde Salento es posible arribar al corazón del Eje Cafetero en Willlys, unos antiguos jeeps que parten cada mañana hacia las maravillosas inmediaciones del majestuoso Valle del Cocora.
Un oasis de naturaleza que promete alzarte hasta las nubes, mientras el paisaje se disipa entre espesas neblinas y con Palmas de Cera que alcanzan los 60 metros de altura; y unas vistas que deslumbran a la distancia.
Cuenta con infinitos senderos para recorrer su interior, a pie, en bicicleta, montando a caballo o para los que sienten cierta predilección por la aventura, ¿Por qué no hacerlo en parapente?
La gastronomía típica que no se debe omitir por nada del mundo es la trucha, el sudado montañero, el sancocho, la bandeja paisa y el cochinillo a la Cocora.
FILANDIA
Retomando la ruta Pereira - Armenia, esa misma que nos traslada desde Armenia hasta Salento, y en sentido oeste descansa Filandia, un pueblo que se caracteriza por ostentar la mítica arquitectura de la colonización y mágicos cafés de la bebida insignia de la región sin una excesiva aglomeración turística.
Sin embargo, antes de ingresar en la villa nos toca contemplar el Mirador Colina Iluminada del Quindío, con una panorámica 360° de los distintos pueblos cafeteros, especialmente en los días despejados.
Entre los atractivos primordiales se encuentra la Calle del Tiempo Detenido, dotado de divertidas viviendas, el Templo María Inmaculada con su pintoresca arquitectura, y el Parque Central de Filandia, destino principal en esta área.
Las artesanías alcanzan su cúlmine en el barrio de San José, donde yacen cesterías tradicionales, y la Casa del Artesano oculta un archivo fotográfico que nos traslada hasta los comienzos de la historia del pueblo.